Marruecos suele ser un destino fascinante para cualquier visitante,
tiene un toque exótico y místico que enamora e inspira a muchos, como al único
premio Pritzker mexicano, Luis Barragán, quien después de su visita en 1951
retomó características de las construcciones típicas como los muros gruesos y
las aberturas dosificadas.
La arquitectura marroquí mezcla estilos del África negra con los diseños
islámicos, en palacios de un solo piso, abiertos en el centro y las
habitaciones rodeando un ojo de agua, una fuente o algún otro detalle
constructivo.
Eso fue lo que trataron de reinterpretar los arquitectos Saad El Kabbaj,
Driss Kettani y Mohamed Amine Siana cuando proyectaron en el 2010 la Facultad
Polydisciplinar de la provincia de Taroudant, al sur del país.
Pintada de colores tierra con sus claroscuros y austeridad, la obra de
20,511 metros cuadrados está organizada en torno a un riad central (jardín
interior) que va de norte a sur: parte de una arbolada de argán y le da al
usuario una vista de las Montañas Atlas.
Los distintos edificios del complejo son de baja altura, no superan los
dos niveles, tienen torres acampanadas, cada uno cuenta a su vez con jardines
interiores, pasillos y patios que le dan identidad propia, además de procurar
el mejor ambiente para los estudiantes.
Finalmente, todas las construcciones se agrupan a los lados de esta
calle interior que va cambiando de dimensiones a lo ancho, así como de
apariencia; pero brinda ventilación natural, confort térmico y acústico a toda
la estructura.
La Universidad de Taroudant es considerada una de las más bonitas del
mundo por su integración al entorno y la calma que transmiten sus
instalaciones. Sin duda es una excelente apuesta para el futuro arquitectónico
del enigmático Marruecos, pero sin olvidar sus raíces.
Elías Cababie Daniel.