El director de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016, ganador del Premio que se considera el Nobel para este gremio, dice que en el mundo hay 2,000 millones de personas que necesitan vivienda de calidad y apenas hay propuestas arquitectónicas para ellos.
Alejandro Gastón Aravena Mori, un chileno de 49 años, quien bromea describiendo que estudió arquitectura por medio de fotografías, causó gran interés y controversia al recibir el Pritzker más por su compromiso social que por trayectoria.
Se empeña en erradicar las favelas con “arquitectura incremental” que permita a los propietarios duplicar la superficie de sus viviendas conforme sus ingresos y las necesidades familiares crezcan. El primer proyecto de este tipo lo realizó en la ciudad de Iquique, Chile, el conjunto Quinta Monroy constituido por 93 casas de 36 metros cuadrados cada una.
Junto con sus tres socios
de la empresa Elemental SA, también construyó la Colonia Lo Barnechea, en Santiago de Chile; Villa Verde en Constitución y las premiadas
viviendas expansibles de Monterrey, México. Para sorpresa de los asistentes a
la Bienal, anunció que los diseños de vivienda social serían liberados, puestos
a la disposición de cualquier arquitecto, institución pública o privada que desee utilizar
los planos y detalles constructivos de los conjuntos.
Pero el chileno, no se limita a la producción masiva;
también es un escultor de arquitectura, un creador de formas que busca en la
contundente simplicidad de la geometría, la belleza de la forma. A veces
reproduce la imagen ciclópea de la arquitectura Inca tallada en roca pura como
en el Centro de Innovación de la Universidad de Chile o bien hecha de
frágil cristal, como en las Torres Siamesas de la misma institución. En esa
misma línea diseñó el edificio de oficinas de Novartis en Shanghai, China, el
año pasado.
Elías Cababie Daniel.
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