A finales de los 80, Joan Lerma, entonces presidente de la Generalitat Valenciana, decidió construir un polo científico y cultural que reuniera conocimiento con entretenimiento, en una zona hasta entonces relegada del desarrollo urbano: una franja de casi dos kilómetros de largo, 350,000 metros cuadrados, que se extiende desde el centro de la ciudad al mar por el margen derecho del antiguo río Turia.
En 1991, el distinguido arquitecto Santiago Calatrava Valls ganó el concurso para desarrollar la torre de telecomunicaciones que se incluía en proyecto original; pero unos meses más tarde recibió el encargo de desarrollar todo el complejo, incluyendo el museo de la ciencia y un planetario. El cambio de gobierno en 1996, decidió sustituir la torre de telecomunicaciones por un teatro de la ópera (Palau de les Arts).
Finalmente, la Ciudad de
las Artes y Ciencias de Valencia tiene hoy dimensiones grandiosas en los
edificios del L’Hemisfèric (1998), que
flanqueado por dos grandes estanques rectangulares, tiene una pantalla IMAX
Dome con capacidad para 300 personas. El Museo Príncipe Felipe, una galería
acristalada concebida como un gigantesco hall del cual cuelgan un Caza MIrage,
un Péndulo de Foucault y una
reproducción de la hélice del ADN. El paseo mirador L´Umbracle que constituye un filtro visual
compuesto por una secuencia de celosías blancas de veinte metros de altura que
crean una barrera con el entorno.
Pero la “joya de esta corona” es el Palau de les Arts
Reina Sofía (2005), su doble piel de gigantescas carcasas de metal en voladizo
recuerdan los yelmos semiesféricos blancos que cubrían a los soldados
imperiales de la Guerra de las Galaxias, la sala tiene capacidad para 1,700
espectadores y un anfiteatro para 1,500. Además se complementa con L’Àgora
(2009), la plaza cubierta de 70 metros de altura.
Elías Cababie Daniel.
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