Bari es una ciudad mágica, las costas cristalinas del mar Adriático
custodian una amurallada belleza de forma natural, la cual fusiona pasado y
futuro en una mezcla precisa de elementos, así nacen la “Bari Vieja” y la “Bari
nueva”.
En la Bari Vieja, caracterizada por el calor de su gente y elementos
arquitectónicos notables, descansa impoluta la Catedral de Bari, también
conocida como la Basílica de San Sabino, una verdadera joya del antiguo imperio
Romano que no ha muerto.
Basta mirarla de cerca, gigante amurallada, para entender que la
simpleza también es una gran firma de las magnas obras arquitectónicas. Usada
como residencia oficial del obispado de la ciudad, la catedral se erigió en el
lejano año del año 1070.
No hay adornos, elementos o distintivos de más, la piedra cobra vida
en columnas al estilo romano que reciben a sus visitantes con una gran cúpula
por sonrisa. Hay que resaltar su enorme y espectacular cúpula, sencilla
pero exquisitamente decorada por elementos que han perdurado más de mil años.
Un color neutro viste de gala sus paredes, el estilo barroco se
apoderó de las remodelaciones que ha sufrido con el pasar del tiempo, después
la cubrieron elementos del Romanticismo, pero no ha dejado la esencia romana
con la que fue edificada.
Como plus, en su interior reside un museo donde se pueden encontrar
diversos restos arqueológicos de distintos sucesos y personalidades en la
historia de Italia.
Elías Cababie Daniel
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