Siempre he pensado que los museos son
portales a nuevos mundos, charlas interminables entre el autor de una obra (sin
importar si existió hace cientos de años) y el público. Y qué pasa cuando se
fusionan también elementos de ingeniería moderna que le dan un plus a ese
lugar, de por sí mágico.
ELÍAS CABABIE DANIEL. FOTO
DEL MUSEO REAL DE ONTARIO
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El Museo Real de Ontario es considerado el
más grande del país canadiense, con más de 6 millones de piezas y poco más de
50 galerías, dentro no solo es una experiencia sobresaliente, sino verlo por
fuera también causa asombro y admiración.
ELÍAS CABABIE DANIEL. FOTO
DEL MUSEO REAL DE ONTARIO
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Diseñada por Daniel Libeskind en
colaboración con la firma “Bregman + Hamann”, en 2007 se inauguró en 2007 la
ampliación del espacio, el cual rompió con diversos estereotipos cuadradros y
le otorgó modernidad al lugar.
ELÍAS CABABIE DANIEL. FOTO
DEL MUSEO REAL DE ONTARIO
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El anexo diseñado por Libeskind abraza al
histórico inmueble de ladrillo y piedra labrada que ha alojado al ROM desde 1912
y se ha expandido en distintas épocas. Ese abrazo luce como una pirámide de
cristal saliendo de las entrañas de un espacio destinado a la historia del
país.
La idea de los creadores fue la de
desprender al museo de la etiqueta de “viejo castillo” y dotarlo con una nueva
fisionomía que se relacionara con el paisaje y dotara de actualidad el paisaje
urbano de una de las ciudades más importantes del país del norte del mundo.
Elías Cababie
Daniel
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