Nombres como
Antoni Gaudí (España, 1852-1926), Frank Lloyd Wright (Estado Unidos, 1867-1959)
o Walter Gropius (Alemania, 1883-1969) han quedado indisolublemente ligados a
la historia de la arquitectura moderna tal y como la conocemos hoy en día, no
solamente por las propuestas innovadoras que sus diseños han mostrado
estructuralmente hablando, sino porque los complejos desarrollados por estos
artistas resultan incluyentes tanto con el medio ambiente que los rodean, como
con los habitantes que los ocupan. Es por eso que me parece justo incluir en
esta somera lista el nombre de Norman Foster (Reino Unido, 1935), quien desde
sus inicios profesionales se ha consolidado como uno de los arquitectos más
influyentes de nuestros días.
Algunas de sus
grandes aportaciones son las de beneficiar al máximo los recursos tecnológicos
en busca de una mejor eficiencia energética con la finalidad de reducir, por lo
menos, el 40% de las emisiones de dióxido de carbono ambientales. Su estudio
arquitectónico, Foster+Partners, ha recibido por estas contribuciones alrededor
de 470 premios y menciones internacionales.
En la actualidad,
Foster está encargado de la ampliación del Museo Nacional del Prado, cuyos
trabajos iniciarán en el año 2019. Cabe destacar que sus colaboraciones en
tierra española iniciaron en 1992 con la torre de comunicaciones de Collserola
en Barcelona, justamente para los juegos olímpicos que se realizaron en esa
ciudad y que resultó de gran importancia para la transmisión mundial de un
evento deportivo de tal magnitud.
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