El arquitecto Oscar Niemeyer es quizá el más importante de Brasil en
el último siglo, y uno de los más reconocidos en el mundo entero. Mucho se debe
a los nuevos paradigmas que creó con el hormigón armado y la variedad de éste
en sus obras.
Dentro de sus trabajos más sobresalientes destaca sin duda el
rescate arquitectónico que le imprimió a la ciudad de Brasilia y el diseño en
Nueva York de la sede de las Naciones Unidas. Y es de llamar la atención que
antes de morir y con poco más de 90 años, el arquitecto Niemeyer se aventuró al
desarrollo del Museo de Curitiba, el cual fue una de las últimas piezas del ya
fallecido arquitecto.
También llamado en honor de su creador, el museo comprende a dos
diseños realizados por su creador, los cuales poseen un gran ojo metálico, el
cual refleja la conexión que irremediablemente existe entre el arte y la
arquitectura, además de representar un símbolo característico de la región: el
árbol de la araucaria.
Los complejos se conectan en una fusión increíble, con rampas y
pilares que lo convierten en ejemplo del arte urbano pues
además descansa sobre los jardines Papa. En resumen, esta creación, de las
últimas de Niemayer, es sin duda un poema en concreto al arte, diseño y arquitectura
que engloba matices sutiles de belleza. Dos estilos en dos edificios distintos,
con una sola mente creativa uniendo de forma sencilla, dos ideas que en su
inicio fueron distintas. Eso es poema arquitectónico.
Elías Cababie Daniel.
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