En lo alto de una colina en la finca La Roda,
40 kilómetros al norte de Sevilla, España, se ven dos altos y sobrios muros de
concreto blanco formando un ángulo de 90 grados orientado hacia el norte que
resguardan una puerta y un mirador; es la insólita entrada a la Casa de retiro
espiritual planeada en 1974 por el precursor del movimiento sustentable de la
arquitectura, el diseñador argentino Emilio Ambasz.
Su proyecto innovador, lo llevó a ganar el
Progressive Architecture Award en 1980 y fue expuesto en el Museo de Arte Moderno
(MOMA) de Nueva York; pero la construcción se postergó hasta 2006.
Este lugar de reposo se encuentra hundido en la
tierra. Una escalinata que se va
ensanchando conforme desciende conduce a un patio cuadrado al aire libre al
cual dan todas las habitaciones.
Paredes de vidrio separan al patio del interior
de largas paredes sinuosas que dan lugar a las distintas áreas. Los muros
perimetrales se bañan durante el día de luz difusa que desciende de los
tragaluces y un segundo patio más informal y curvilíneo proporciona ventilación
cruzada y un acceso más directo e informal hacia el exterior.
Se construyó conforme las costumbres locales:
concreto, ladrillos, piso de hormigón revestimiento de fibra de vidrio fundido
en las costuras envuelven las superficies enterradas. El techo está cubierto de
tierra para mantener fresca la casa en temporada de verano e integrar la obra
con la vegetación circundante como los olivos.
El resultado es un refugio campestre de 560 metros cuadrados que invita a la
contemplación e introspección. Los pisos y paredes del perímetro están
cubiertas con pequeñas baldosas de vidrio coloreadas.
En palabras de su autor, es una reformulación
contemporánea de la casa andaluza tradicional, en la cual todas las
habitaciones se abren alrededor del patio.
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