En
la paradisiaca Isla Mujeres, Quintana Roo, México, a finales de 1990, el
arquitecto Eduardo Ocampo, avecindado pocos años antes en el lugar, decidió
construir una casa especial para su hermano el pintor Octavio Ocampo, quien lo
visitaba con frecuencia. Así empezó la idea de elaborar una casa diferente para
un artista tan creativo.
Buscando inspiración, el proyectista caminó por la playa: al encontrar un caracol reina entre muchas conchas, supo que así sería la casa con una forma irregular en el exterior, redondeada al interior, escalera en espiral, alrededor las habitaciones, puerta en la boca de la concha y ventanas en forma de agujeros.
La
casa principal se construyó rodeada de vegetación, con vista al mar.
Posteriormente construyeron la alberca y la barda ondulante en la cual
aprovecharon las conchas marinas como material para su elaboración. El diseño
original no puso ninguna limitación al terreno para hacerlo más orgánico con el
entorno, pero la llegada de nuevos vecinos lo hizo necesario.
En
el año 2003, Octavio Ocampo quería otra construcción, donde pudiera recibir
huéspedes, para no romper el diseño se usó la forma de una concha redonda, que
hoy contiene una habitación con baño.
Los
espacios interiores mantienen ese toque orgánico y original. La sala de estar es redonda, igual que sus
ventanales. El bar parece estar metido en una cueva de donde sale la barra y en
las recámaras, la base y cabecera de las camas simulan gigantescas conchas de
ostras para que los visitantes tengan dulces sueños.
Hospedarse
en esta hermosa casa cuesta entre el 15 de junio y el 15 de diciembre, mil
quinientos dólares por semana; pero si se desea habitarla entre el 16 de diciembre y el 14 de junio, deberá que pagar 1,700
dólares.
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